
lunes, junio 1
martes, mayo 26
Barro tal vez - L. A. Spinetta

Si no canto lo que siento
me voy a morir por dentro.
He de gritarle a los vientos hasta reventar
aunque solo quede tiempo en mi lugar.
Si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada.
He de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar.
Ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo canción
barro tal vez...
Y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar.
Ya me apuran los momentos
ya mi sien es un lamento.
Mi cerebro escupe ya el final del historial
del comienzo que tal vez reemprenderá.
Si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada.
He de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar.
Ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo canción
barro tal vez...
Y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar.
martes, agosto 19
Primavera negra

" ¡Basta de espiar por el ojo de la cerradura!. ¡Basta de masturbarse en la oscuridad!. ¡Basta de confesiones públicas!. ¡Qué salten las puertas de sus quicios!. Quiero un mundo en el que la vagina esté representado por un rudo y honesto tajo, un mundo que sienta por los huesos y los contornos, los crudos colores primarios; un mundo que sienta miedo y respeto por sus orígenes animales.
Estoy harto de ver vaginas coquetas, disfrazadas, deformadas, idealizadas. Vaginas con las puntas de los nervios al aire. No quiero ver a las muchachas vírgenes masturbándose. En el secreto de sus habitaciones, o comiéndose las uñas, o arrancándose el pelo o echadas durante todo un capítulo en una cama llena de migas de pan.
Quiero los palos funerarios de Madagascar, con un animal encima de otro y en la cúspide Adán y Eva con un rudo y honesto tajo entre las piernas. Quiero hermafroditas que sean verdaderos hermafroditas, y no falsarios que caminan con penes atrofiados y vaginas secas. Quiero una pureza clásica, donde la porquería sea porquería y los ángeles sean ángeles. "
Henry Miller.
miércoles, agosto 13
¿por qué no cambias como el sol?

Apenas llamó a la puerta. Tocó con temor y con sigilo. Sus piernas temblaban como tiembla un ave al agitar el viento. Miles de imágenes atravesaban su mente. Tristeza. Pasión. Ternura. En ese instante, en el momento en que todo se detuvo, supo que estaba en el lugar indicado.
Siempre como una tortuga bajo su coraza, pero esta vez, se atrevió. Era como una espina o tal vez como un aprendiz. Demostraba sabiduría, sin embargo, su esencia era insospechable. Intocable, diría yo. Su condena, su palacio. Su salida y su laberinto... su todo.
Una vez adentro se conectó con el más allá. Los planetas se alineaban para demostrar na vez más la incadescencia guardada. Tu mitad y su mitad. Mi fuego y tu hielo. ¿No es cierto que no existe el uno sin el otro? Está plagado de pronombres; no hay su sin tú, y mi sin tí. No puede sobrevivir el alma a tantas transparencias. Necesita ayuda, una inspiración. Quizá, cuando las estrellas formen la insospechable constelación, consideraré otra alternativa, antes no, dios lo quizo así.
A pesar de toda la trama enredada y la pulsión que tensa, eclosiona y desata, sus ojos, fueron al fin sus ojos; su boca fue su flor; su interior fue su salvación, pero su corazón remitió a mi rocío. La mayoría de las veces caemos en banalidades, aunque intentemos que el árbol sea el fruto, y ese mismo, la semilla.
viernes, agosto 1
domingo, julio 13
El banquete

martes, abril 29
El río - Final de juego

viernes, abril 25
Breaking away - Sumo

BREAK... BREAK... BREAK... BREAK...
BREAK... BREAK... BREAK...
I'M BREAKING AWAY FROM YOU.
OPEN YOUR HANDS AND SHOW ME WHAT YOUR HOLDING.
IS IT AN EMERALD, OR IS IT A PEARL?
WHAT OTHER INFORMATION ARE YOU BEHOLDING?
YOU'RE SUCH A FUNNY GIRL.
WHERE IS YOUR MOTHER, WHERE DID SHE CAME FROM?
WAS YOUR FATHER A SAILOR OR A THIEF?
WHO WAS YOUR BROTHERS, WHERE DID THEY CAME FROM?
I'D WISH YOU'D TELL ME ABOUT THEM AT LEAST.
BUT YOU'RE SO SILENT, YOU'RE SO GENTLE.
I THINK MY BRAIN WILL GO.
THIS TOWN'S YOUR TOWN, YEAH, THIS ROOM'S YOUR TEMPLE.
AND NOW YOU KNOW WHAT I HAVE TO GO.
THAT'S WHAT IT TAKES TO LOVE YOU.
THAT'S WHAT IT TAKES TO LOVE YOU TOO.
THAT'S WHAT IT TAKES TO HATE YOU TOO.
SO I'LL JUST WANNA GO.
BREAK... BREAK... BREAK... BREAK...
BREAK... BREAK... BREAK... BREAK...
BREAK... BREAK... BREAK...
I'M BREAKING AWAY FROM YOU.
DON'T GIVE ME WORDS WHIT NO MEANINGS.
DON'T GIVE ME PROBLEMS THAT YOU CAN'T SOLVE.
HA! DON'T TELL ME NOW YOU'RE REVEALING.
THINGS WE SPOKE OF LONG AGO.
I KNOW YOU'RE WAYS, I KNOW YOU'RE SILENCE.
THIS COULD GO ON ALL DAY.
THIS IS THE WAY THIS IS THE VIOLENCE.
AND NOW YOU KNOW WHY I CAN'T STAY.
THAT'S WHAT IT TAKES TO LOVE YOU.
THAT'S WHAT IT TAKES TO LOVE YOU TOO.
THAT'S WHAT IT TAKES TO HATE YOU TOO.
BREAK... BREAK... BREAK... BREAK...
BREAK... BREAK... BREAK... BREAK...
BREAK... BREAK... BREAK...
I'M BREAKING AWAY FROM YOU.
martes, abril 1
Como la cigarra - María Elena Walsh
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui,
solo y llorando.
Hice un nudo del pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuántas noches pasarás
desesperando.
Y a la hora del naufragio
y a la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.
Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
lunes, marzo 17
Cap. X - Ardiente paciencia

Mario supo en ese mismo instante, que la erección con tanta fidelidad sostenida durante meses era una pequeña colina en comparación con la cordillera que emergía desde su pubis, con el volcán de nada metafórica lava que comenzaba a desenfrenar su sangre, a turbarle la mirada, y a transformar hasta su saliva en una especie de esperma. Beatriz le indicó que se arrodillara. Aunque el suelo era de tosca madera, le pareció una principesca alfombra, cuando la chica casi levitó hacia él y se puso a su lado. Un ademán de sus manos le ilustró que tenía que poner las suyas en canastilla. Si alguna vez obedecer le había resultado intragable, ahora sólo anhelaba la esclavitud. La muchacha se combó hacia atrás y el huevo, cual un ínfimo equilibrista, recorrió cada centímetro de la tela de su blusa y falda hasta irse a apañar en las palmas de Mario. Levantó la vista hacia Beatriz y vio su lengua hecha una llamarada entre los dientes, sus ojos turbiamente decididos, las cejas en acecho esperando la iniciativa del muchacho. Mario levantó delicadamente un tramo el huevo, cual si estuviera a punto de empollar. Lo puso sobre el vientre de la muchacha y con una sonrisa de prestidigitador lo hizo patinar sobre sus ancas, marcó con él perezosamente la línea del culo, lo digitó hasta el costado derecho, en tanto Beatriz, con la boca entreabierta, seguía con el vientre y las caderas sus pulsaciones. Cuando el huevo hubo completado su órbita el joven lo retornó por el arco del vientre, lo encorvó sobre la abertura de los senos, y alzándose junto con él, lo hizo recalar en el cuello. Beatriz bajó la barbilla y lo retuvo allí con una sonrisa que era más una orden que una cordialidad. Entonces Mario avanzó con su boca hasta el huevo, lo prendió entre los dientes, y apartándose, esperó que ella viniera a rescatarlo de sus labios con su propia boca. Al sentir por encima de la cáscara rozar la carne de ella, su boca dejó que la delicia lo desbordara. El primer tramo de su piel que untaba, que ungía, era aquel que en sus sueños ella cedía como el último bastión de un acoso que contemplaba lamer cada uno de sus poros, el más tenue pelillo de sus brazos, la sedosa caída de sus párpados, el vertiginoso declive de su cuello. Era el tiempo de la cosecha, el amor había madurado espeso y duro en su esqueleto, las palabras volvían a sus raíces. Este momento, se dijo, éste, este momento, este este este este este momento, este este este momento, éste. Cerró los ojos cuando ella retiraba el huevo con su boca. A oscuras la cubrió por la espalda mientras en su mente una explosión de peces destellantes brotaban en un océano calmo. Una luna inconmensurable lo bañaba, y tuvo la certeza de comprender, con su saliva sobre esa nuca, lo que era el infinito. Llegó al otro flanco de su amada, y una vez más prendió el huevo entre los dientes. Y ahora, como si ambos estuvieran danzando al compás de una música secreta, ella entreabrió el escote de su blusa y Mario hizo resbalar el huevo entre sus tetas. Beatriz desprendió su cinturón, levantó la asfixiante prenda, y el huevo fue a reventar al suelo, cuando la chica tiró de la blusa sobre su cabeza y expuso el dorso dorado por la lámpara de petróleo. Mario le bajó la trabajosa minifalda y cuando la fragante vegetación de su chucha halagó su acechante nariz, no tuvo otra inspiración que untarla con la punta de su lengua. En ese preciso instante, Beatriz emitió un grito nutrido de jadeo, de sollozo, de derroche, de garganta, de música, de fiebre, que se prolongó unos segundos, en que su cuerpo entero tembló hasta desvanecerse. Se dejó resbalar hasta la madera del piso, y después de colocarle un sigiloso dedo sobre el labio que la había lamido, lo trajo húmedo hasta la rústica tela del pantalón del muchacho, y palpando el grosor de su pico, le dijo con voz ronca:
-Me hiciste acabar, tonto.
Antonio Skármeta.
viernes, marzo 14
Cap. I - Siddhartha

-Quizás el nombre del brahmán sea Satyam... Quién lo sabe con certeza entra diariamente en el mundo celestial.
Siddharta parecía estar a menudo cerca del mundo celeste, pero nunca lo había alcanzado completamente, jamás había saciado la última sed. Tampoco ninguno de todos los más sabios que Siddharta conociera, y de cuyas enseñanzas disfrutó, había conseguido ese mundo celestial que apaga la sed eterna para siempre.
-Govinda -dijo Siddharta a su amigo-, Govinda, ven conmigo a la higuera de los banianos.
Tenemos que practicar el arte de la meditación.
Se fueron a la higuera de los banianos. Se sentaron. Aquí Siddharta y veinte pasos más allá
Govinda. Acomodado y dispuesto a decir el Om, Siddharta repitió el verso murmurando:
.
la meta de la flecha es el brahmán,
al que sin cesar se debe alcanzar.
.
Un día, por la ciudad de Siddharta pasaron unos samanas, ascetas peregrinos; eran tres hombres
enjutos y apagados, ni viejos ni jóvenes, con hombros ensangrentados y llenos de polvo, casi desnudos, quemados por el sol, rodeados de soledad, forasteros y enemigos del mundo, extraños y flacos chacales en un reino de hombres. Tras ellos venía un ardiente hálito de silenciosa pasión, de servicio destructivo, de despersonalización implacable. Por la noche, después de la hora de la contemplación, Siddharta declaró a Govinda:
-Mañana de madrugada, amigo, Siddharta irá con los samanas. Será un nuevo samana.
Govinda palideció al oír tales palabras y al leer en la cara inmóvil de su amigo aquella decisión imposible de desviar, como la flecha disparada por el arco. De pronto, y con la primera mirada, Govinda se dio cuenta: esto es sólo el principio; ahora Siddharta iniciará su camino, ahora empieza a despertar su destino. Y con el suyo, también el mío. Y se tomó lívido como la piel seca de un plátano.
martes, marzo 4
Cap. XXII - El túnel

Cap. XVI - Un mundo feliz.

El Interventor se encogió de hombros.